Antoni Gaudí..... a 90 años de su fallecimiento.

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El 10 de junio de 1926 fallecía uno de los grandes artistas y genios de la humanidad.
A continuación un homenaje al arquitecto Antoni Gaudí a través de un breve vídeo con algunas fotografías e información de su vida.



 Una obra inacabada que forma parte de los tesoros arquitectónicos de la Humanidad. Este vídeo del Park Güell intenta mostrar la genialidad de Antoni Gaudí. Pero no tenemos duda alguna, algo tan grande como su obra no puede caber en un puñado de pixeles.

 

 Un siglo y medio después se colocará la última piedra de La Sagrada Familia de Gaudí. El 2026 es la meta. Así que estamos a una década para ver finalizado el gran legado de uno de los mejores arquitectos que han existido. Bueno, uno de sus profesores de la universidad algún día dijo que no sabía bien si se trataba de un arquitecto o de un loco.


 
Los orígenes del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia se remontan a 1866, año en que Josep Maria Bocabella i Verdaguer funda la Associación Espiritual de Devotos de San José, que a partir del año 1874 promueve la construcción de un templo expiatorio dedicado a la Sagrada Familia. En 1881, y gracias a varios donativos, la Asociación compra una parcela de terreno de 12.800m² entre las calles de Marina, Provença, Sardenya y Mallorca para construir el templo.

La primera piedra se coloca el 19 de marzo de 1882, festividad de San José, en un acto solemne que preside el obispo de la ciudad, Josep Urquinaona. A partir de entonces se inicia la construcción, que empieza por la cripta situada debajo del ábside según un diseño neogótico del arquitecto Francisco de Paula del Villar y Lozano, el primer arquitecto del templo. Éste, poco tiempo después y por discrepancias con los promotores, abandona la dirección de la obra, y el encargo pasa a manos de Antoni Gaudí.

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Simbólicamente, la basílica de la Sagrada Familia es la expresión en piedra de la fe cristiana. En este templo, que enaltece a la familia de Nazaret como modelo de familia unida, los cristianos reconocen aquello en lo que creen, particularmente los fieles de la Iglesia católica. Aun así, quienes profesan una fe que no sea la cristiana o no profesan ninguna pueden encontrar las claves para entender los fundamentos de esta religión, es decir, la historia de la Iglesia, las sagradas escrituras, la tradición y la advocación de los santos, la doctrina y el culto cristiano.

La Sagrada Familia es un centro de espiritualidad internacional que, en un lugar excepcional, desea acoger personas de todas las procedencias y credos e invitarlas a compartir un sentido de la vida, basado en el amor, la armonía, el bien, la generosidad y la paz.

Gaudí fue el creador de la arquitectura basada en las líneas curvas

Un estilo personalísimo


Gaudí fue el creador de una nueva arquitectura basada en las líneas curvas. Experimentó estructuras y nuevas formas de una manera continuada. Por este motivo, prefería desarrollar sus ideas a escala y en forma corpórea. La tridimensionalidad de sus maquetas en yeso, barro, tela metálica, o cartón mojado y moldeado, le acompañaron siempre. Sus ideas "corpóreas", en muchas ocasiones, no fueron sometidas a la limitación que obligan las dos dimensiones del papel de dibujo. A veces modificaba las formas directamente en la obra, en el momento de la realización.

Uno de sus biógrafos, Juan Bassegoda Nonell (Doctor Arquitecto y Catedrático de la Universitat Politècnica de Catalunya) dice al respecto:

"...Se había apercibido de que los arquitectos sólo usan la formas que previamente pueden dibujar con dos instrumentos, que son la escuadra y el compás. A lo largo de toda la historia de la arquitectura las formas de los edificios han sido hijas de estos dos simples instrumentos, que permiten dibujar círculos, triángulos, cuadrados o rectángulos, que en el espacio se convierten en prismas, pirámides, cilindros y esferas que dan lugar a los pilares, las cubiertas, las columnas y las cúpulas.


"... vio claramente que estas formas geométricas simples rara vez se dan en la Naturaleza, que, por otra parte, construye excelentes estructuras, acreditadas por los largos siglos de eficacia. La estructura de un árbol es de una rara perfección, mucho más compleja y bien resuelta que las estructuras creadas por los arquitectos. No se puede dudar que el esqueleto de los mamíferos es extraordinariamente eficaz y resuelve los problemas con estabilidad y motilidad de manera admirable."


"... El fémur es casi hiperboloide, el crecimiento de los tallos alrededor de una rama se hace helicoidalmente y la superficie de la piel entre los dedos de una mano es un paraboloide hiperbólico."


...(el) intento de Gaudí fue sencillamente introducir un cambio de geometría en la arquitectura.


Esto puede considerarse una revolución, pero en todo caso una revolución nada traumática, puesto que la geometría de la arquitectura gaudiniana es mucho más antigua que la inventada por los arquitectos."


trabajos mas importantes:

  • Proyecto de Pabellón de caza de Güell, en Garraf (Barcelona)
  • Villa "El Capricho".Comillas (Cantabria)
  • Casa de Vicens i Montaner Barcelona
  • Finca Güell. Barcelona
  • Palacio Güell calle Nou de la Rambla. Barcelona
  • Colegio Teresiano en Calle Ganduxer. Barcelona
  • Casa Botines. León
  • Palacio Episcopal. Astorga
  • Bodegas Güell en Garraf (Barcelona)
  • Casa Calvet, en la calle Casp de Barcelona. Premio del Ayuntamiento.
  • Cripta Colonia Güell. Santa Coloma de Cervelló. (Barcelona)
  • Casa Bellesguard. Sant Gervasi. Barcelona
  • Parque Güell. Barcelona
  • Restauración de la Catedral de Mallorca.
  • Reforma Casa Batlló.Barcelona
  • Casa Milà (La Pedrera).Barcelona
  • Templo de la Sagrada Familia.

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Fantasia Hecha Piedra

Sagrada Familia de Barcelona: un sueño inacabado


Cuando el librero José María Bocabella compró el amplio solar con el propósito de construir en él un templo expiatorio que estuviera dedicado a la Sagrada Familia, sus intenciones reales no eran ciertamente la que luego se hicieron realidad. Para él hombre de profunda religiosidad, el fin primordial era crear un baluarte de la fe, un claro punto de referencia espiritual dentro del recinto de Barcelona, una ciudad que si iba desarrollando rápidamente según lo planos de los arquitectosCerdá(1859) Rovira (1868)

Planos que habían dado preferencia al sistema que proponía como esquema urbanístico básico una monótona repetición de bloques cuadrados, pero que parecía demasiado “modernista” a todos los que consideraban que Catalunya era una especie de isla que debían defender de los asaltos del exterior. Para contrastar con una geometría urbana tan pobre, el nuevo templo debería tener una estructura que recordara la de las antiguas catedrales, para conseguir que así fuera se eligió a arquitectoFrancisco de Paula del Villar, quien realizó el proyecto “gótico
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Según los planos de Villar, la iglesia debería medir 97 metros por 44, tener una planta en cruz latina, tres naves y un amplio ábside semicircular que albergaría nueve capillas; en el centro estaba prevista una cripta, cuyas obras fueron las primeras, que se iniciaron, el día 1 de marzo de 1882. Pero ocurrió que, al cabo de pocos meses, empezaron las discrepancias entre Villar y el arquitecto Martorell, figura de primera categoría en el ambiente artístico catalán y amigo y consejero del librero Bocabella. Villar dimitió, y Martorell, invitado a ocupar su puesto, lo rechazó, pero aconsejando confiar la prosecución del trabajo al joven Gaudí, ayudante suyo en algunas obras y compañero del librero en los peregrinajes aMontserrat.

Así fue como el 3 de noviembre de 1883 el artista empezaba la obra a la, que había de dedicar gran parte de su vida, hasta el punto de hacer de ella, ya en los años de su vejez, el objeto en el que convergirían todos sus pensamientos y todas sus actividades. Gaudí no elaboró en seguida el proyecto definitivo, sino al contrario, tardó mucho en llegar a este resultado, pues como se pone de manifiesto en los numerosos esbozos que dejó, la visión completa del conjunto no estuvo clara para él hasta los últimos años de su vida.
Este proceder, que obedecía a intuiciones sucesivas, era típico del maestro catalán; llegaba a la definitiva expresión creadora a través de una gradual aproximación, dejando sedimentar poco a poco sus ideas hasta que se traducían en una forma concreta.
Por otro lado, su fantasía, puramente plástica e inclinada al empleo de todos los materiales disponibles (hormigón, piedra, ladrillo, hierro, pasta vidriada, cerámica), no podía reducirse al limitado campo de una hoja de papel, al esquematismo bidimensional de un dibujo, sino que sentía la imperiosa exigencia de modelar en el espacio, de trabajar directamente, aunque fuera a escala reducida, sobre la misma materia.

En un principio Gaudí se sintió en cierta manera influido y mediatizado por el esquema impuesto por su predecesor, pero su indecisión duró muy poco, no tardando en transformar la cripta, que era el único elemento parcialmente definido. Elevó diez metros la altura de la bóveda y pronto dejó intuir lo que después sería el fin supremo de su trabajo: dar la máxima verticalidad a las estructuras para recrear no los resultados formales del gótico, sino el espíritu que animó a los artífices de este estilo. Con este fin, Gaudí, que con frecuencia fue considerado como un arquitecto gótico que había llegado al mundo con enorme retraso, abolió dos elementos esenciales del gótico “verdadero”: los arcos apuntados y el contrapunto de arbotantes y contrafuertes, que él mismo calificaba como las “muletas” de los edificios.
En su lugar introdujo el arco parabólico y la inclinación de las columnas según la resultante de la composición de los pesos que sobre ellas gravitaban, lo mismo que “un tronco de árbol se inclina según la masa de las hojas sostenidas, por las ramas”. Siguiendo con el proyecto, Gaudí fue modificando por completo los planos de Villar, extendiendo el primitivo programa de una “representación sagrada” a una amplitud, complejidad y audacia tales que fue mucho más allá de las intenciones y fantasías del más ambicioso y previsor proto maestro gótico.
Las dimensiones fueron entonces de 120 metros por 40, a fin de que hubiera espacio para una planta en cruz latina con cinco naves, completada con doce campanarios (los doce apóstoles) y con un cimborio que representaba la gloria deJesucristo. Dicho cimborio debía alcanzar una altura de 160 metros, es decir, superior a la de San Pedro, detalle que, demuestra que la simbología cristiana iba acompañada también del orgullo del catalán, aunque católico entre los católicos; es el mismo orgullo que, extendido a toda la hispanidad, le hará representar también las ciudades de Valencia, Granada, Toledo, Burgos, Valladolid, Santiago y Sevilla en las ocho columnas anteriores de la nave central.
Las cuatro columnas mayores, destinadas a sostener el cimborio, debían reproducir a los cuatro evangelistas, Mateo, Marcos Lucas y Juan. Los apóstoles, distribuidos en grupos de cuatro y dispuestos en forma de campanario, vigilarían las tres entradas, cada una de ellas con tres puertas que simbolizaban la Fe, la Esperanza y la Caridad. La entrada de levante se dedicaba al Nacimiento y a la Epifanía de Jesús; la de poniente a su Pasión y Muerte, y la de mediodía, la principal, a su Gloria y al Juicio Final. Pero lo que asombra de un proyecto semejante no es la correspondencia biunívoca entre los elementos arquitectónicos y la historia sagrada llevada hasta las últimas consecuencias, sino la previsión de que toda esa estructura se iba a completar con centenares y centenares de estatuas en bulto redondo o en alto relieve y además con paredes pintadas, esmaltes, mayólicas, pastas de vidrio y hierros forjados.
Frente a tal profusión, frente a una orgía tal de medios expresivos, algunos investigadores han opinado que debían considerar a Gaudí como barroco. Sin embargo, su personalidad, vinculada a sus orígenes —y Gaudí lo estuvo visceralmente—, traspasa de tal manera los límites de cualquier tradición que el arquitecto no puede integrarse en ninguna clasificación conocida. Quizá por esto el artista catalán fue ignorado durante mucho tiempo por la crítica contemporánea. Con la excepción de un juicio positivo de Le Corbusier en 1928, o una interpretación de “barroco” por parte deCassau en 1933 y otra desde el punto de vista surrealista de Dalí, su nombre fue prácticamente ignorado por las vanguardias artísticas europeas, que sólo se dieron cuenta de su valía y de la trascendencia de su obra después de la segunda Guerra Mundial, cuando hacía ya veinticinco años que había desaparecido, dejando, como recuerdo de su extraordinaria fantasía, esbozos. maquetas, anotaciones y apuntes del templo, pero por desgracia menos testimonios concretos.
En efecto, la Sagrada Familia, en el momento en que murió su creador, se reducía prácticamente, o sea en cuanto a elementos construidos, a la cripta, a parte del ábside y a la fachada del Nacimiento, estando en construcción las torres que habían de dar la inconfundible característica gaudiniana a todo el templo. Y llegando aquí conviene hacer un breve recorrido de las etapas cronológicas de los trabajos: el 19 de marzo de 1885 se celebró la misa en la cripta, que aún no se había cubierto; entre 1887 y 1893 se construyen las paredes del ábside; mientras tanto se cubre la bóveda de la cripta, ultimada en 1891. Después se iniciaron los trabajos de la fachada del Nacimiento: en 1903 se completan las estructuras básicas y los portales; el primer campanario se concluyó en 1918 y el segundo en enero de 1926.
Después de la muerte de Gaudí, el arquitecto Sugranyes acabó la construcción de las torres que faltaban, y tras un largo período en que las obras estuvieron suspendidas, los arquitectos Quintana, Bonet Garí y Puig Boada levantaron la fachada de la Pasión, cuyas torres quedaron completadas en 1976. Es poco, ciertamente, en relación con la suma de energías gastadas y de los esfuerzos realizados; pero aun así, lo que hasta su muerte pudo llevar a término testimonia su capacidad y su genio para crear nuevas formas y para dominar la materia “inventada” para componerlas. Y para demostrarlo basta ver las agujas con las que terminan los cuatro campanarios, que “parecen hechas por el mismo hombre que las concibió”. Las catedrales nunca, o casi nunca, han podido ser la obra de un solo hombre.
Tampoco podía serlo la Sagrada Familia de Barcelona, por sus colosales dimensiones. por lo ambicioso de su concepción, por la fabulosa cantidad de elementos secundarios y marginales que han, de figurar en su decoración y por la misma inquietud artística del propio Gaudí, que le impulsaba constantemente a cambiar, a renovarse, a superarse siempre en una tarea sin fin.
La Sagrada Familia nació como un deseo colectivo; por ello, en Catalunya, muchos están convencidos de que debe acabarse. En este sentido se han realizado algunos intentos y otros se están llevando a cabo. Para ello existen los diseños deGaudí y sus maquetas, algunas reconstruidas después de la guerra civilbasándose en sus apuntes.
En el interior mismo del templo hay un museo en el que se conservan muchos de esos inapreciables testimonio. Otros han sido reunidos por la fundación “Amigos de Gaudí” y por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. Pero quizás el propio Gaudí, si aún viviera y se entregara como siempre a su desbordada fantasía, prescindiría de todo ello y crearía nuevas formas y forjaría nuevos proyectos, sin llegar a acabar tampoco "su iglesia".

Fuentes: Enciclopedia de las Maravillas del Mundo Tomo III

Proyecto de la Sagrada Familia en Barcelona
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Actualmente hay ocho torres construidas, las correspondientes a las fachadas del Nacimiento y de la Pasión. Como puede apreciarse en la imagen de la derecha, el proyecto tendrá un total de 18 torres. Las 12 más bajas, entre las que se encuentran las ocho ya construidas, corresponden a las tres fachadas, y están dedicadas a los apóstoles. Cuatro, de superior altura, a los Evangelistas. Sobre el ábside, de mayor diámetro, a la Virgen María y la más alta que remata todo el templo, estará dedicada a Jesucristo.

En la imagen siguiente, podrá comprobar la enorme diferencia que existe entre lo proyectado y lo realizado hasta el momento. Si sólo poco más de dos fachadas y ocho torres, producen admiración y congregan millones de visitantes de todo el mundo, la obra, una vez concluida, será uno de los más impresionantes monumentos creados por el hombre.

Las más recientes previsiones calculan que se podría llegar a finalizar dentro de unos 30 años, esto es, antes de que se celebre el segundo centenario del nacimiento del genial arquitecto.

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La construccion del templo en la actualidad

Hoy, 125 años después, la construcción del templo sigue la idea original de Gaudí y, como hizo el arquitecto, se aplican las mejores técnicas que hacen posible una construcción más segura, más cómoda y más rápida. Ya hace tiempo que las viejas vagonetas dieron paso a potentes grúas mecánicas, que las antiguas herramientas manuales se han sustituido por precisas máquinas eléctricas y que los materiales se han mejorado para asegurar una excelente calidad en el proceso constructivo y su resultado final.

La actual Oficina Técnica del Templo y la dirección facultativa son las encargadas de estudiar la complejidad del proyecto original de Gaudí y de hacer los cálculos y las previsiones constructivas, así como de dirigir el conjunto de las obras.

Arquitectura y matemáticas. La geometría al servicio del arte: de Gaudí a Gehry

Juan Monterde. Departamento de Geometría y Topología, Universitat de València.

GEOMETRÍA Y ARQUITECTURA ANTES DEL ORDENADOR

Una de las superficies que más se han aplicado en arquitectura es la bautizada con el pomposo nombre de paraboloide hiperbólico. Gaudí fue uno de los que la emplearon, pero quien más la ha trabajado ha sido Félix Candela. Dentro de la fauna de las superficies, el paraboloide hiperbólico es un espécimen ya conocido por los griegos. Lo que las curvas cónicas (la elipse, la parábola y la hipérbole) son para la dimensión dos, en dimensión tres lo son las superficies cuádricas. Los nombres de estas superficies tienen que ver con las curvas que aparecen como secciones con planos. En el paraboloide hiperbólico, una de las superficies cuádricas, estas secciones son parábolas y hipérbolas.

Sin embargo la propiedad realmente importante, la que motivó el interés tanto de Gaudí como de Candela, es el hecho de que el paraboloide hiperbólico, aun siendo una superficie curvada, se puede construir con líneas rectas.

Lo único que se tiene que hacer es ir variando el ángulo de inclinación de una recta que se mueve encima de otra curva. Este tipo de superficies los geómetras las denominamos superficies regladas y tenemos ejemplos en cantidad suficiente en otra arte, en la escultura. Es de suponer que esta propiedad es la que permitía a Gaudí dar las instrucciones precisas a sus obreros y al capataz cuando éstos tenían que construir un paraboloide hiperbólico en el techo de la Sagrada Familia (iniciada el año 1883). (clik aqui para seguir el documento)

LA GÉNESIS DEL DISEÑO GEOMÉTRICO ASISTIDO POR ORDENADOR

Este problema, la carencia de libertad en el diseño, que aparece con la utilización de superficies cuádricas o mínimas, es el mismo que se planteó en el origen de una nueva disciplina: obtener curvas y superficies de formas diversas pero con un procedimiento sencillo. Esto no se puede conseguir con ecuaciones, puesto que la intuición, mal que nos pese a los geómetras, se pierde cuando sustituimos una superficie por una ecuación. Hace falta un procedimiento geométrico simple que permita construir formas complicadas. En éstas estaban en el centro de diseño de la empresa automovilística Citroën cuando, en las postrimerías de la década de los 50, contrataron un joven matemático. En palabras del mismo matemático “ni él sabía qué podía hacer en aquella empresa, ni, lo que es peor, la empresa sabía qué podía hacer con un matemático’’. El caso es que le plantearon un problema relacionado con el diseño y la respuesta que dio es ahora conocida como el inicio del diseño geométrico asistido por ordenador. Su apellido era DeCasteljau, pero ahora las curvas y superficies que ideó se conocen con el nombre de curvas y superficies de Bézier, en honor de otro matemático que, de manera independiente y alternativa, llegó a la misma solución trabajando para una empresa de la competencia, la Renault

Una maqueta muestra la primera iglesia proyectada por Gaudí

  1. El estudio sobre el edificio se exhibe en el Museu Diocesà
 Maqueta de la iglesia que nunca se construyó. Foto:  EL PERIÓDICOMaqueta de la iglesia que nunca se construyó. Foto: EL PERIÓDICO
ROSARIO FONTOVA
BARCELONA
La primera iglesia que proyectó el arquitecto Antoni Gaudí tenía unas siete torres y un aspecto de fortaleza del norte de África, con numerosas aberturas en las fachadas. La iglesia fue un ensayo en miniatura de la Sagrada Família que Gaudí tuvo que dejar inacabado --solo se hizo la cripta-- en la Colonia Güell de Santa Coloma de Cervelló. Cien años después de que se colocara la primera piedra, un grupo de expertos internacionales ha culminado un preciso estudio sobre la iglesia, que incluye su construcción a escala en tres dimensiones. Un total de cinco maquetas más planos, dibujos y fotografías de época se exhibirán en el Museu Diocesà de Barcelona, junto a la catedral, durante 10 años.
La investigación ha sido realizada por especialistas del Instituto de Historia de la Construcción de Innsbruck bajo la dirección de Rainer Graefe y de la facultad de arquitectura de Moscú que dirige Leonid Demjanov, con la participación en Barcelona de Manuel Medarde y Hübertus Pöppinghaus. La exposición consta además de reproducciones de los únicos planos manuscritos de Gaudí que se conservan de la cripta. La iglesia tenía una fachada bastante parecida a la del Neixement de la Sagrada Família y una gran rampa sobre arcos y columnas torcidas. Gaudí inventó para diseñar esta iglesia una maqueta funicular a base de cuerdas y saquitos de perdigones que, invertida, daba la imagen de la construcción real. La maqueta se parece a los dibujos de un hotel que le encargaron a Gaudí para Nueva York pero que nunca se construyó.

Una descripción en visita turistica

Por Julián Varsavsky

El sueño del arquitecto

En Barcelona, la iglesia de la Sagrada Familia, la Casa Vicens, el Parque Güell... Pero el gran creador catalán Antoni Gaudí también dejó en otros lugares de España la impronta de su genial concepción arquitectónica. En un recorrido por el universo Gaudí desde la capital de Cataluña, una visita al Palacio Episcopal de Astorga y a la Catedral de Mallorca.

Al llegar a Barcelona la obsesión de todo viajero es ver las torres de la Sagrada Familia iluminadas en la noche. Y se entienden las razones, porque la iglesia es una de las obras cumbre de la historia universal del arte, dueña de un extraño esplendor gótico y moderno a la vez, que atrapa toda la atención, haciendo olvidar que en el resto de la ciudad –y también del país– están desperdigados otros componentes del “universo Gaudí”. Que aunque no sean tan monumentales, gravitan en ese microcosmos onírico ideado por este singular catalán creador de edificios que desafiaban la geometría clásica y sufrían pronósticos de derrumbes incumplidos hasta ahora.

Gaudí desarrolló a comienzos del siglo XX un concepto vivo de la arquitectura inspirado en la naturaleza, que lo impulsaba a crear sus obras a diario y a impulsos desordenados, con unos esbozos previos en el

papel para continuar improvisando sobre la marcha de cada obra. De hecho pocas veces hacía planos detallados, sino que prefería plasmar sus ideas en maquetas tridimensionales.

Esta capacidad de pensar en tres dimensiones, decía Gaudí, era una habilidad adquirida de niño cuando observaba los diseños de alambiques que hacía su padre. De allí que la Sagrada Familia –que se espera esté terminada en 2026– suele ser objeto de debate entre los arquitectos actuales porque las instrucciones dejadas por Gaudí son bastante ambiguas.

EL ORIGEN La Casa Vicens –construida en el barrio de Gracia para el corredor de bolsa Manuel Vicens– fue el primer encargo importante que recibió Gaudí no bien se graduó de arquitecto en la Universidad de Barcelona, donde el director al entregarle el título declaró: “Hemos dado el título a un loco o a un genio, el tiempo lo dirá”.

La Casa Vicens es parte de una serie de obras gaudianas inspiradas en el arte oriental –mudéjar, persa y bizantino– reflejado en una decoración sobrecargada de azulejos cerámicos multicolores, con torres en forma de templete y cúpula, y una monumental fuente de ladrillo formada por un arco parabólico. En esta casa Gaudí comienza a perfilar su estilo –entre 1883 y 1888–, aunque no se aparta de la regla y la escuadra, es decir, de la línea recta que predomina sobre la curva.

Hacia final del siglo XIX Gaudí se sumó –a su manera– a la revalorización de la arquitectura gótica, que volvía a estar de moda en Europa. El gótico fue por cierto el estilo que más influyó en la síntesis final que sería luego la arquitectura gaudiana, del cual hizo por supuesto su relectura, ya que lo consideraba un estilo “imperfecto y a medio resolver”. Y aseguraba que “una prueba de que las obras góticas son de una plástica deficiente, es que producen la máxima emoción cuando están mutiladas, cubiertas de hiedra e iluminadas por la luna”. En cierta medida, algo similar despierta hoy en la Sagrada Familia a medio construir, y hay quienes plantean que no se la debería terminar.

La obra máxima del período puramente neogótico de Gaudí es el Palacio Episcopal de Astorga, que le encargaría su amigo el obispo Joan Baptista Grau i Vallespinos, luego del incendio del edificio anterior. Los trabajos comenzaron en 1889 en esta localidad cercana a la ciudad de León, con una fachada de cuatro torres cilíndricas rematada con un almenado mudéjar y un foso alrededor. Gaudí abandonó el trabajo de este palacio a medio terminar por desavenencias con las nuevas autoridades de la Iglesia, así que fue terminado por otro arquitecto en 1915. Y años más tarde, ese palacio con aspecto de fortaleza funcionó como tal ya que durante la Guerra Civil fue un cuartel de la Falange.

LOS CLASICOS MODERNISTAS Uno de los edificios que Gaudí diseñó en Barcelona es conocido popularmente como La Pedrera. Pero su nombre real es Casa Milá –el apellido de su dueño original– y el apodo se debe a que parece una gran roca calcárea clavada en el asfalto. Fue construida entre 1906 y 1910 con un frente de piedra ondulante como el mar, que refleja el tratamiento revolucionario otorgado por el arquitecto a la rejería de los balcones. Su intrincada trama de acero negro prefigura un ambiente tétrico que llevó a los vecinos del refinado Paseo de Gracia a retirarle el saludo al señor Milá por haber “desprestigiado” la zona con semejante “engendro”. Según su autor, esas rejas eran algas marinas que rememoraban el conjunto de huellas que la tierra y el mar dejan en las rocas.

En la parábola de las piedras y el mar de la fachada de La Pedrera se puede rastrear uno de los ejes filosóficos de la obra gaudiana: “Todo sale del libro de la naturaleza; el gran libro que hay que esforzarse por leer. Los demás libros están sacados de él”. Gaudí estudiaba las líneas de fuerza por las que se descomponía un tronco al bifurcarse en grandes ramas. Y de allí surgieron, por ejemplo, las columnas interiores de la Sagrada Familia que se unen al techo divididas en varios brazos. Aseguraba que no existían mejores estructuras que el tronco de un árbol y el esqueleto humano. Y argumentaba además que las piernas separadas sostienen mejor al cuerpo que estando juntas, y de allí las columnas inclinadas que hay en edificios como el Teatro Griego del Parque Güell. Por último, decía que la línea recta, “perfecta y uniforme”, no existe en la naturaleza. Y por lo tanto tampoco se la ve en La Pedrera, considerada la obra máxima de la arquitectura doméstica de Gaudí, una especie de gran “escultura” habitable.

El frente de La Pedrera –que en verdad nunca fue terminado– no adelanta mucho sobre el universo fantástico que encierra en su interior. Sin dejar de lado la funcionalidad, Gaudí valorizaba desde lo artístico los espacios marginales como un simple desván. También aplicaba a los interiores un sentido lúdico y un tratamiento onírico de la luz, con atrevidas combinaciones de colores y vitrales de analogías naturalistas. La totalidad adquiere así un inconfundible aire a casa encantada.

El éxtasis de este edificio se alcanza en la azotea –un espacio marginal por excelencia–, convertida en un supra-mundo fantasmagórico con chimeneas y conductos de ventilación que proliferan en forma de esculturas con el perfil de un tótem enmascarado oteando el infinito.

Al concebir un edificio, Gaudí solía diseñar también los muebles que decoraban el interior, cada pasamanos e incluso los originales lavatorios de los baños, que llevaban su sello “deformador” de las líneas más comunes. Reconocidos ebanistas, vidrieros, ceramistas, herreros y carpinteros trabajaban a sus órdenes, ayudándolo a crear un ajustado clima orgánico donde cada detalle era estudiado en relación con la totalidad. Una de las pequeñas obras maestras de la decoración gaudiana es la puerta de hierro forjado en la entrada de la finca Güell, que literalmente espanta a los visitantes con un dragón negro que remite al Jardín de las Hespérides en la mitología griega, pródigo en manzanas de oro que garantizaban la inmortalidad.

A principios del siglo XX, los miembros de la burguesía catalana surgida del tardío éxito local de la Revolución Industrial, competían entre sí por ostentar las mejores mansiones. Y Gaudí supo aprovechar esta circunstancia para acceder a los medios económicos que requería su arte.

La otra casa famosa de Gaudí en Barcelona la diseñó para otros de estos burgueses –la familia Batlló– entre 1904 y 1907. Y la fachada exterior remite otra vez a la naturaleza, con sus columnas que parecen huesos humanos articulados y un techo cubierto por la cola escamada de un dragón o un dinosaurio gigante que se arrastra sobre la superficie.

UTOPIAS INCONCLUSAS Gaudí era una persona propensa al misticismo católico. Sin llegar a decirlo nunca, quiso ser el “arquitecto de Dios” y no por casualidad su obra más pretenciosa fue el Templo Expiatorio de La Sagrada Familia, que le ha valido el inicio de los procedimientos de canonización en el Vaticano. Esta última, como otras de sus creaciones, apenas si pudieron comenzarse a construir. Eso ocurrió con otra obra a gran escala –interrumpida por la bancarrota de su mecenas Eusebi Güell–, que iba a ser una colonia obrera donde se instalarían fábricas y habitaciones para trabajadores en las afueras de Barcelona. Iba a ser una pequeña ciudad autónoma –casi una utopía– con su propia iglesia, de la cual apenas se construyó una genial cripta abovedada de planta poligonal estrellada.

La aparición de Eusebi Güell en la vida de Gaudí se remonta a 1878, cuando el joven arquitecto preparó una vitrina de bronce, madera y cristal por encargo de un comercio de guantes, para exhibir en el pabellón español de la Exposición Universal de París. La belleza y vanguardismo de la pequeña obra impresionó al industrial catalán. Rápidamente surgió una amistad y el empresario fue su mecenas. Gaudí temía en un principio que sus sueños arquitectónicos fuesen confundidos con los de un vulgar burgués, pero se percató de inmediato que su nuevo cliente no sólo le otorgaba libertad absoluta sino que además no se preocupaba por lo abultado de las facturas.

El proyecto inmobiliario residencial Parque Güell fue otro de los mega-sueños fantasiosos de esta dupla. Tampoco se concretó –lo cual le otorga su cuota de fascinación al lugar–, pero al menos llegó a avanzar bastante. Dentro de un predio amurallado de 15 hectáreas sobre la ladera de la Muntanya Pelada, Gaudí proyectó una ciudad-jardín de lujo donde iban a construirse sesenta casas, para las cuales llegó a venderse una sola parcela. Entre los sectores que se llegaron a construir hay elevados y puentes sostenidos por columnas con forma de tronco, galerías para pasear entre los bosques, una extraña escalinata y un largo y sinuoso banco que recorre el perímetro de una terraza decorado con la técnica del trencadis, un mosaico de fragmentos de azulejos rotos surgida de la imposibilidad de pegar este material sobre las superficies curvas.

En el centro del Parque Güell se levanta la explanada del Teatro Griego, sostenida por una desordenada columnata seudo-dórica. Y aunque el proyecto inmobiliario se frustró, al menos se pudieron construir dos de las originales casas que se habían proyectado, una de ellas sede del Museo Gaudí.

LUCES DE LA CATEDRAL Al proyectar una obra Gaudí estudiaba previamente la orientación del edificio según los puntos cardinales –en función del ingreso de luz–, la climatología de la zona e incluso en el caso de la Sagrada Familia, realizó análisis de acústica inéditos para la época. Y en ese ensamblaje de variables la luz jugaba un rol fundamental, mediada generalmente por vitrales. Decía Gaudí: “La luz que consigue la máxima armonía es la que tiene una inclinación de 45 grados, pues incide en los cuerpos de un modo que no es de forma vertical ni horizontal. Es la que se puede considerar la luz media, que da la más perfecta visión de los cuerpos y su matización más exquisita. Es la luz del Mediterráneo”.

En toda la obra de Gaudí se puede observar la aplicación de este concepto sobre la luz, especialmente en su intervención decorativa en la Catedral de Santa María de Palma de Mallorca, entre 1903 y 1914. Esta catedral fue construida sobre una antigua mezquita, resultando un monumental edificio gótico de 44 metros de altura. Allí el arquitecto desmontó el retablo barroco del altar mayor, desplazó el coro del centro de la nave, colocó nuevas cantorías y púlpitos, instaló la luz eléctrica y situó un gran baldaquín sobre el altar mayor.

En los nuevos vitrales de la Catedral de Mallorca, Gaudí ensayó su nuevo método de yuxtaponer vidrios de colores primarios, variando el grueso del cristal para graduar la luz. Las reformas –que Gaudí llamaba restauración– fueron del agrado del obispo pero no así de los canónigos de la Catedral ni de la opinión publica. Concretamente, causaron horror las policromías de la sillería del coro con sus manchones rojos que simbolizaban el sacrificio de Cristo, acompañadas de una inscripción que rezaba: “Caiga su sangre sobre nosotros”. Esto, sumado a otros incidentes, provocó la dimisión de Gaudí antes de terminar los trabajos, que de todas formas tuvieron su sello.

TRISTE Y SOLITARIO FINAL Gaudí llegó al final de su vida bastante solo. No tuvo esposa ni hijos y desde 1915 se dedicó exclusivamente a la Sagrada Familia. Acaso para seguir de cerca sus lentos avances, se instaló con un catre en el obrador de la futura catedral, viviendo como un ermitaño mal vestido en una especie de retiro espiritual, dedicado a la creación de su obra cumbre, que a los 74 años era evidente que nunca vería terminada. “Mis grandes amigos están muertos; no tengo familia, ni clientes, ni fortuna, ni nada. Así puedo entregarme totalmente al templo”, declaró el arquitecto. Cuando el 10 de junio de 1926 lo arrolló un tranvía, en el hospital lo confundieron con un mendigo y dos días después era enterrado en la cripta de la Sagrada Familia, convertido así en el constructor de su propio mausoleo.

Hoy en día, su ayer menospreciada obra no ha podido ser siquiera imitada y sigue estando, para muchos, en la vanguardia de la arquitectura e incluso del arte. “La originalidad consiste en volver al origen”, decía Gaudí engañosamente, porque a partir de esa premisa creó un mundo extraño y ondulado con espacios fantasmagóricos sin ángulos rectos, llegando tan lejos de todo lo visto antes como nadie lo pudo lograr jamás.